Historia de un vaquita
El principio de todo
Harpo venía de una casa donde había muchos gatos, la de nuestro compañero Jesús.
Un accidente se lo llevó demasiado pronto y, de golpe, todas esas almas se quedaron sin "su persona". No había consuelo para ellos, ni la familia, ni nosotras. Nos secamos las lágrimas, como hacemos siempre, y manos a la obra, había que encontrarles un nuevo hogar.
Los más pequeños fueron saliendo, como suele pasar. Los más llamativos, naranjas, ojos azules...
Pero al final quedaron ellos: las “vaquitas”, blancos y negros, y adultos. Los que no encajan en la foto perfecta. Los que nadie elige. Como Harpo.
Os dejamos el testimonio de Sonia, nuestra Sonia, la nueva mamá de Harpo. Sabemos que os va a emocionar...
El encuentro con Harpo
Entré en esa casa, que había estado llena de vida y en la que quedaban solo los que nadie quería...
Solo por su edad o su raza, por la ignorancia de la gente... o qué se yo, si solo soy una humana con ganas de ofrecer todo mi amor.
Pero todo comienza con una persona que no puede ser más especial, Amparo.
"Ven" me dijo. "Aquí hay un alma para tí".
Y así fue … Ahí estaba ÉL.

Conociendo a Harpo
Qué puedo decir de Harpo, es un ser tan lleno de luz.
Su mirada, con esos ojos grandes que le ocupan toda su carita, te atraviesa el alma, te llega al corazón.
Vaquita y hermoso. Siempre buscando tu compañía, tus caricias...
Llegó tan asustado, tan tímido...
No sabía jugar, siempre bebía de lo que quedaba en el fregadero, super flaquito.
Cuando me iba de casa siempre se quedaba mirando la puerta, hasta que se dio cuenta de que yo iba a volver y siempre estaría con él.
Entonces empezó a relajarse, empezó a jugar, a comer tranquilo...
En poco tiempo ese ser vivo tan bello, se dio cuenta de que en ese hogar en el que había entrado, siempre habría un lugar para él, junto con todos sus hermanitos.
Y estoy convencida de que en esta historia, no lo elegí yo a él, sino él a mí.
Gracias chicas por iluminar mi vida con un ángel tan lleno de luz.

Los invisibles también merecen un hogar
En las protectoras tenemos muchos gatos como Harpo.
Gatos adultos, tranquilos, buenos, que no destacan en las fotos ni en los primeros anuncios. Son los grandes invisibles.
En la realidad, hay pocas personas como Sonia. Pocas que quieran dar cariño a un ser que lo necesita, independientemente de su edad, color o características.
Adoptarlos no es un acto de pena, es un acto de amor.
Ellos no piden mucho: tiempo, calma y un hogar. Y te lo devuelven todo con creces.
Hoy Harpo vive en un hogar lleno de amor, junto a la hija de Sonia, con dos gatos y un perro divino. Nunca está solo y cada día recibe y da cariño sin medida. Sonia es una de esas personas buenas y solidarias, una de esas que hay que atesorar porque escasean, tristemente.
Si estás pensando en adoptar, mira un poco más allá.
A veces, el gato que nadie ve es el que más luz trae consigo.
Te leemos en comentarios.
Para adoptar con nosotras: 4catsvlc@gmail.com
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